La participación de los interesados en la definición y construcción de la política es la fuente de su legitimación y, justamente desde el enfoque de legitimación, se supone que:
“las políticas públicas son parte de la institucionalidad y se entiende a las mismas como acuerdos resultantes de una particular relación de poder… En el proceso de formación de las políticas públicas participan muy diversos actores políticos y sociales. En la práctica es frecuente que las políticas gubernamentales no sean públicas en tanto no se adoptan a la luz pública o en tanto se reducen a acomodar ciertos intereses particulares”.[4]
Se puede aventurar la hipótesis de que uno de los mecanismos de defensa de la política para garantizar que las políticas privilegien a los interesas del poder es utilizar la participación como mecanismo de legitimación de la política, pero no hay un sincero compromiso con la construcción democrática de los lineamientos de acción que se materialicen en políticas públicas.
El estudio Hacia la construcción de una política pública sobre la formación de Maestros, ejercicio participativo a instancia de las facultades de educación agremiadas en Ascofade, que propuso las metodologías de Policy Cycle y “enfoque deliberativo” para la formulación de la política, llama la atención sobre un riesgo subyacente de usar éste último: “pone en riesgo la toma de decisión democrática y compartida máxime si se usa para legitimar decisiones que se toman posteriormente, respaldándose en la idea de que los actores llamados participaron en su definición”, o, como lo dice un estudio sobre ciclos formativos del IDEP de la inveterada costumbre de “ustedes participan y yo decido”. En otras palabras: con nuestra firma en las planillas de asistencia a los eventos, terminamos legitimando un libreto previamente establecido.