Por: César Sánchez

Clemente Forero, Director del grupo de Ciencias Sociales para el Desarrollo Humano y la Equidad de la “Misión de Sabios”, ha divulgado sus primeras propuestas en la Cumbre de este Organismo, realizada en Medellín el 10 y el 11 de junio, publicadas por el Diario el Espectador:

– Garantizar la educación en la primera infancia y en la secundaria

– Revivir la normal superior

Si bien, como lo dice el artículo, se trata de un primer borrador, y resulta prematuro hacer una evaluación del trabajo de los Comisionados, es necesaria una reflexión y llamar la atención sobre esta aproximación inicial, por cuanto la propuesta, además de superficial, es contradictoria en sí misma: su argumento central es que para lograr crecimiento con equidad es necesario superar el modelo basado en la explotación de recursos primarios para pasar al conocimiento y el “saber científico” y sitúa como ejemplo el gran crecimiento experimentado por Estados Unidos en el período comprendido entre 1890 y 1980, basado en educación media y superior gratuita, “no para las élites sino para las bases”.

La recomendación del Coordinador del Grupo de Ciencias Sociales para el Desarrollo Humano y la Equidad consiste en replicar esa experiencia norteamericana “a nuestro modo” y lo resuelve planteando la universalización de la educación para la primera infancia y de la educación secundaria. Esto quiere decir que plantea enfrentar las necesidades de “saber científico” para competir en la sociedad del conocimiento, con un contingente de ciudadanos egresados de la educación básica.

Por supuesto, no se desconoce la importancia de ampliar la cobertura, sobre todo en primera infancia donde la deuda histórica es gigantesca y, en eso tiene razón Forero, es àhí donde reside uno de los focos más importantes para que germine la inequidad social; así como tampoco se desconoce el importante retorno social a la inversión en educación inicial.

Sin embargo, esta fórmula, cuyo planteamiento no es nuevo; ha sido defendida por el Banco Mundial y otros “tanques de pensamiento (think tank)” de la economía y también ha sido replanteada por ellos mismos. En efecto, hace 19 años, el propio Banco Mundial, en su estudio: Educación Superior en los países en desarollo, peligros y promesas, parte de la misma premisa de Forero:

“La economía mundial está cambiando a medida que el conocimiento reemplaza al capital físico”

Sin embargo, la conclusión del Informe del BM va en otro sentido:

“Un análisis económico superficial, y a nuestro juicio equivocado, ha contribuido a la noción de que la inversión pública en universidades y otras instituciones de nivel superior brindan bajas tasas de retorno en comparación con las inversiones en establecimientos de educación primaria y secundaria”.

Según el Banco, se requiere:

“una apertura creciente que aliente a las instituciones de educación superior a desarrollar vínculos para compartir conocimiento (e ingresos) con la empresa, y a profundizar el diálogo con la sociedad que lleve a los estados-naciones a fortalecer la democracia y a desarrollar capacidades de adaptación.

Por su parte, el mercado, por cierto, no inventará un sistema de este tipo. Los mercados requieren lucro y ello puede hacer que se vean excluidas ciertas funciones y oportunidades educativas importantes. Las ciencias básicas y las humanidades, por ejemplo, son esenciales para el desarrollo nacional”.

Que conste, lo dijo el Banco.

Elegir entre educación inicial y básica o educación media y superior, es un falso dilema que los países pueden resolver a partir de imaginativos esquemas de financiación mixta, pasando, en nuestro caso, por crear mecanismos para transferir los recursos que se dilapidan en corrupción e ineficiencia, hacia las arcas de la bolsa educativa. (De hecho, sería suficiente, pues según informes de Contraloría y del BID entre corrupción y malgasto público, se consume casi el 10% del PIB, suficiente para garantizar el derecho a la educación en todos los niveles de la trayectoria educativa).

La segunda propuesta presentada por los “Sabios” no es menos simple: parte de aceptar sin reparos, la afirmación en forma de pregunta del periodista de el Espectador que adjudica a los profesores la responsabilidad por la mala calidad en la secundaria  (tal como ocurrió con el estudio Compartir) lo que lleva a Forero a plantear como solución “una nueva normal debería ser la cabeza de un gran sistema de formación de maestros en las regiones”

Por supuesto que la cualificación y desarrollo docente debe basarse en una estructura mucho más compleja y robusta que simplemente relanzar las normales superiores (a las cuales, estamos de acuerdo, debe incluir). Nuestros sabios criollos, académicos y científicos proyectan una solución más integral y sistemática que consiste en la confección participativa de una política pública de formación de formadores, en documentos como:

VASCO, Carlos et all (2007). Base para una política de formación de educadores. Instituto de Educación y Pedagogía de la Universidad del Valle.

Universidad Nacional/MEN (2008). Políticas y sistema colombiano de formación y desarrollo profesional docente.

El cuarto desafío (redactado por 64 sabios locales) del Plan Nacional Decenal de Educación 2016-2026, el cual prescribe: “La construcción de una política pública para la formación de educadores, mediante:

“… un conjunto de planes, programas y acciones dirigidas a consolidar la calidad y pertinencia en todos los ciclos y modalidades de la formación docente, garantizando presupuestalmente la misión de las instituciones públicas. El Ministerio de Educación Nacional debe fortalecer la Universidad Pedagógica Nacional, renovar y afianzar las propuestas curriculares de las instituciones de educación superior y otras, incluidas las Normales. Igualmente, se debe avanzar en planes y programas de formación permanente para maestras y maestros, y demás agentes pedagógicos dirigidos a mejorar y enriquecer su conocimiento disciplinar y sus prácticas pedagógicas.”

Dadas las altas condiciones profesionales y académicas de la llamada “Misión de Sabios”, se da por descontado que nos señalarán un camino inspirador y no una invitación a imaginar una “Retrotopia”, como diría Zygmut Bauman, consistente en buscar alternativas en el pasado a lo que no nos ofrece un futuro desesperanzador.

 

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